Tuesday, July 26, 2005

El cenáculo de los herejes

Espero a los herejes.
Gonzalo Márquez Cristo.

Espero tranquilo a los herejes
pasad por favor a mi aposento
aquí os aguardo para mostraros mi corazón
aún late, véanlo
silencio todos
aguarden un minuto mientras preparo el banquete
pasad hermanos míos,
por aquí, sin temor, sin prejuicios, sin cortapisas
no teman sonar los tacones porque incluso el silencio no se perturba
sentaos y comenzar con vuestras herejías
afuera el mundo aguarda vuestas palabras e ideas
tranquilos que todos tendran palabras para sus oidos
pero deben asirlas sin miramientos, sin represalias, sin temor
aprehenderlas como el vapor que entra a nuestros pulmones
sin barreras, sin sobresaltos, sin titubeos,
sino con placer, con gozo, con entusiasmo, con lujuria hermanos
pasad y abrir sus corazones ardientes,
mostrar a todo el mundo la vitalidad de las verdaderas palabras
las que nacen para irradiar calor, pasión, amor, lujuria, sexo, orgías
pasad y desbordar este aposento de la libertad
abrid la boca y desgañitarse sin limites, sin barreras
volad hermanos míos, corran por las nubes, vuelen, vuelen
mirad nuestras palabras que son como lo el universo: infinito, sin límites.
Pasad hermanos herejes, porque es mejor la herejía que los dogmatismos
pasad y servir la copa de vino que abunda a raudales
bebed hasta saciar su sed de expresión,
bebed hasta saciar sus anhelos de libertad,
bebed la última gota pues sin contemplaciones
que lindo es hermanos la embriaquez por la vida y la pasión
temor, horror oh diós mío yo no lo conozco
temor, horror son nuestros objetos de trabajo
nos gusta trabajar sobre lo inaudito, lo inasible, lo vituperable, lo altisonante, lo prejuicioso, lo pecaminoso,
en eso que aturde, que enloquece, que desconcerta, que turba, que causa dolor, sobre lo inefable,
esa es nuestra fuente de inspiración y por eso herejes nos llaman
no importa, herejes primero antes que fanáticos.

Ninguna palabra ha permanecido ilesa

Ninguna palabra ha permencido ilesa
todas han probado el elixir de la lujuria
incluso esa que se esconde para no ser expresada
aquella que se bate en agonía por el pecado
incluso ella ha sido espetada en loa a la pasión
todo está contaminado, ultrajado, violado, mancillado, penetrado, fornicado
nada permanece incólume
todo palpita de placer, a lascivia
nadie se salva por más que quiera ocultarse bajo las piedras
allí el agua empapa, el propio sudor del cuerpo
allí las gotas empiezan a saborear cada centímetro del cutis
allí debajo de las rocas o entre las sábanas,
allí en los más rencódito de tí lo encontrarás y no lo podrás eludir
nadie se escapa, sabes.

Wednesday, July 20, 2005

Jabón maldito

Envidiaba al jabón por ser escurridizo
porque cuando te lo untaba esculcaba cada centímetro de tu piel
urgaba los sitios más recónditos de tu cuerpo
aquel que ni el amante había sorbido,
aquel donde las manos ajenas no habían llegado
lo envidiaba por su olor que enamoraba al cutis
seduciéndolo con su leve y cálido masaje
se metía entre las piernas, jugaba a las escondidillas
se escondía como el pequeño párvulo travieso
para que no lo culparan de sus travesuras
te masajeaba lentamente sin darte cuenta, incluso te violaba
y tu no lo notabas, te lo restregabas más y él gemía más de placer
te dabas la segunda enjabonada y la lujuria se prendía de él
ardiente, lascivo recorría tu cuerpo,
yo preguntaba desconcertado sin alguien había tocado tu cuerpo
y tu sin chistar palabra alguna y sin embargo
el jabón seguía riendo detrás de ti, ufanándose de su virilidad
mostrándose enhiesto para la próxima embestida.

Monday, July 18, 2005

Diario de un adolescente

Diario de una adolescente (fragmento)


Algunos dicen que las palabras se las lleva al viento, y no pienso esperar sentado a que eso suceda, bueno, espero que el viento no se lleve este cuadernillo. Por eso quiere escribir en este cuadernillo algunas de las cosas que me parezcan relevantes. No me gustaría divulgar mis pensamientos y las palabras que pueda yo grabar aquí, puesto que son solo mías y para recuerdo de los viejos tiempos, para vivir nuevamente. Creo que si todos llevaran un diario, la gente entendería con mucha mayor razón el corazón de la gente, sus pensamientos, sus móviles, su conducta y así decifrar cabalmente el enigma humana, los psicólogos tendrían en que ocuparse y tendrían de donde cortar para escuchar la plegaria del pobre, por ejemplo, de la ambición del rico, de la tristeza de la novia, de las tribulaciones del cura, de las pasiones de los amantes y así, sin terminar la lista. Muchas voces se escucharían y retumbarían en los oídos de la gente.
Abril 25
Ya faltan pocos meses para que termine el curso, ¡qué hueva!, ya ansío las vacaciones. Apenas el primer año de secundaria que curso y ya quiero salirme del claustro donde estoy recluido. Me aburro bastante. Me distraigo mirando pasar a las chicas y hurgando más allá de lo que el común de la gente común puede ver; los senos de las chicas comienzan a volverse más firmes, prominenentes y excitantes, a veces la corta distancia de los susodichos me producen erecciones. ¡Ay, adolescencia!, época de poluciones nocturnas, de erecciones continuas, de senos germinando, de vellos en el pubis, en las axilas, de los bigotes, de pelos en el pene y en la vagina,de glándulas sudoríparas, de excitaciones, de devaneos, de aventuras, del asalto a la inocencia, de besos, abrazos, caricias, de rozamiento con el sexo opuesto, de cariñitos, de nubes, de estrellas, de sueños, de desilusiones, del amor, de la decepción, del flechazo, en fin, de la vitalidad.
En lugar de poner atención a las clases, mejor veía el trasero de la maestra que era enorme. Había varias maestras que nos daban clases, dos o tres jovencitas y buenotas, encamables dirían por ahí. La de mate le gustaba usar faldas muy cortas, tenía unas piernas grandes que iban bien con esas nalgas anchas y bien formadas. Por lo general a mí siempre me asaltaban las dudas y no era porque fuera yo muy buey, sino porque así me echaba yo un taco de ojo, qué más podría yo pedir.
Cuando entré a la escuela conocí a una chava que me latió desde el primer día que la vi, lo malo era que iba en el salón al frente del que yo iba. Había entrado el mismo año que yo a la secundaria, iba en la Ramón Espinoza Villanueva, una escuela primaria que está en el centro de la ciudad. Yo iba en la Juan de la Luz Enríquez, jamás la había visto o tal vez sí pero en esos tiempos todavía me distraía jugando juegos de párvulos con mis compañeros pero cuando comencé a sentir erecciones fue entonces cuando mi miembro buscaba donde introducirse y gozar y vengarse de mil batallas soñadas pero no victoriosas. Primero solía hacerlo manualmente, tú sabes, en el baño, en mi recámara; me encerraba con llave y empezaba duro y dale, sentía cómo el calor de mi cuerpo se incrementaba, sentía las orejas calientes y mi cuerpo comenzaba a sudar cada vez que frotaba insistentemente mi pene con mi mano, de la flacidez tornábase enhiesto y firme, los cuerpos cavernosos se expandían y el glande lucía pletórico de sangre. Después de unos minutos venía el orgasmo lascivamente ansiado; pero no era suficiente. Las primeras veces no hallaba cómo parar este deseo, me enajenaba con mi miembro, sólo esperaba quedarme solo para iniciar la faena ardua y extenuante.
30 de Abril.
Estos profes si que están locos, mira que se les ocurre fertejarnos el día del niño cuando somos más hombres que párvulos berrinchudos; los varones ya están de la altura de sus padres y las mujeres ya se ufanan con los senos que yo veo que crecen exponencialmente. Es más, creo que ya podemos engendrar. Esta fiesta es un insulto para nosotros.
1 de mayo...

Thursday, July 07, 2005

Miguel Angel Bautista

Hágase señor tu voluntad


¡Hágase Señor tu voluntad!

Es una alegría no temerle a nada.
Gertrude Stein.
El ser más prostituido es el ser por excelencia, Dios, puesto que es el amigo supremo de cada individuo, puesto que es el depósito común, inagotable de amor.
Charles Baudelaire

En aquél tiempo, el Señor, después del sermón en la sinagoga llamó a tres hermosas doncellas que siempre solían lavarle los pies y untarle aceite de oliva. Las tres entraron presurosamente a la llamada de su Mesías y señor impoluto. Jesús las miró fijamente. Las tres eran sumamente hermosas. Sus ojos atisbaron el cuerpo de las tres jovencitas. Sus pómulos tenían un color de rosa, eran como terciopelo. Sus cabelleras eran lacias y negras como la noche. Los ojos eran tiernos e inocentes. Sus cuerpos rendían honor a la diosa Venus. Las manos eran frágiles, blancas, suaves y olientes a perfume. Sus prendas eran de seda blanca que marcaba una silueta con bordes precisos y sensuales. Sus formas voluptuosas inspiraban la erección de cualquier mancebo. Los pies mostraban unas uñas blancas protegidas en unas sandalias de cuero; único atuendo que no iba acorde con la delicadeza de aquellas dulzuras. Jesús no se decidía qué muchacha sería la adecuada para el goce de sus placeres. Las tres eran muy obedientes pero Ada era la más inteligente que Anne y Filippa. Jesús ordenó que salieran, que solo necesitaría a Ada. Las otras dos asintieron inclinando ligeramente la cabeza y flexionando ligeramente las rodillas. Jesús levantó para cerciorarse que la puerta estuviera perfectamente cerrada. Se regresó a sentarse en el tapete persa tendido sobre el piso con una mirada proterva. Se acercó a la moza y dijo:
En verdad os digo que el que pruebe los placeres del señor no será necesario esperar la venida para disfrutar del paraíso que os he prometido.
-- ¿Cómo podemos difrutar de esa gracia mi Señor? --Inquirió Ada.
-- Nadie, hasta ahora lo ha hecho, tú serás la primera. Tendrás el privilegio de ver en este preciso momento lo maravilloso del paraíso.
-- ¿Cómo puedo lograrlo mi Señor?
-- Acércate hija mia.
La muchacha se acercó y se postró a los pies de Jesús, que seguía sentado en el tapete rojo persa. Tomó un banco de la parte derecha del tapete. Se sentó sobre él y con la mano derecha le pidió a la muchacha que se acercara.
Ada ser acercó lentamente, miró los ojos de Jesús y después bajó lentamente la mirada. Jesús le tomó de la mano y lo llevó a su miembro. La doncella se extrañó al ver lo que Jesús hacía pese a su devoción, decidió preguntarle a Jesús sobre la pureza de sus actos.
--Señor, ¿no piensa acaso que hace usted mal al pretender esto conmigo?
A lo cual Jesús respondió:
-- Hija mía, como os he dicho, sólo vuestro corazón será agraciado con el goce del paraíso. Sólo tú hija mía serás la privilegiada. Sólo tú y te atreves a cuestionarme. No sabes que la palabra del Señor no debe ser cuestionada por ningún motivo. Además, sobre mi corazón y mi consciencia no pesa nada, puesto que yo soy el todo y la nada. Yo soy el alfa y el omega. Yo soy el creador de este mundo. Yo mismo he inventado el pecado. Yo mismo he inventado lo oprobioso y la ignominia. Si así lo quieres, yo he inventado el bien y el mal. Yo que he inventado todas las cosas de este mundo, tengo poder sobre ellas. Yo soy capaz de eliminar cualquier apariencia de bondad, de maldad, de justicia, de injusticia, de pecado, de virtud. Yo abarco todos los mundos posibles, las ideas, los pensamientos. Yo soy el todo. Acércate hija mía, no temas. Convertiré este acto en probidad. Yo decido qué es bien y qué es mal en este mundo. Anda, no temas.
Al oir aquellas palabras Ada recobró el sentido y se difuminó en su mente aquel pecaminoso pensamiento que tenía. Jesús tenía en aquel entonces el cuerpo de un adolescente y sus instintos sexuales explotaban en vertiginosos flujos de sangre hacia su miembro. Quería probar lo que primigeniamente había creado en el inicio de los tiempos y que había sido el embrujo secular de los hombres: la pocreación. Quería nuevamente sentir la vibración estertórea de su cuerpo, como cuando se convulsionó al formar la tierra, el hombre y todos los seres vivos.
Desató el listón que le cubría la cintura a la bella muchacha y le subió la falda hasta la espalda. Le dijo que se pusiera de espaldas a él apoyada en sus cuatro extremidades, tendida bajo el tapete. Jesús la tomó de la cintura. Le acarició suavemente las piernas y los glúteos. Se levantó la túnica y vió que su pene estaba a punto de estallar; la concentración de la sangre le hacían notar las venas que suministraban aquella protuberancia. Estaba circunciso. Tomó ligeramente su miembro y lo dirigió hacia el trasero de la muchacha que temblaba de ansiedad. Esperaba impacientemente dócil, con la cabeza hacia abajo, esperando la embestida. Empezó introduciendo el glande por aquel orificio. Oponía resistencia. Jesús tomó entonces un poco de aceite de oliva con el que le untaban los pies y se lo distribuyó a lo largo de su miembro. Intentó por segunda vez y esta vez si tuvo éxito. Lo introdujo lentamente. Cada milímetro era de placer celestial. La chica sólo gemía de placer y su cabellera se meneaba ante cada frenesí del cuerpo del mancebo puberiano. La chica repetía una y otra vez:
--Señor, hágase tu voluntad.
La gracia divina permitió a Jesús contener su eyaculación el tiempo que quisiera. Pudiera incluso estar eternamente fornicando con la doncella. No obstante, Jesús sabía darle a su cuerpo el placer necesario. El sexo no lo turbaba, como le sucedería a cualquier hombre común y corriente. Él tenía un proyecto, que de ninguna manera lo estropearía un placer mundano y pecaminoso, el placer para él no le provocaba contradicciones, no, para él el sexo, era solo eso, sexo y nada más. Algunos pensaban que el sexo era lo máximo, la joya preciosa que para las mujeres, todo hombre buscaba, por ello, dar el coño significaba un acto litúrgico, un acto casi celestial, un acto único, porque no se lo darías a cualquier, no, se lo darías a aquél que te asegurara tu bienestar, es decir, un boda por la iglesia, una casa, hijos, la felicidad, tenías que seleccionar el tipo perfecto, la joya no era para todo mundo, puesto que era de un valor incalculable, la joya debería pertenecer para el ser que reuniera esos dotes. Así se entregaban las mujeres, se entregaban por seguridad. Sin embargo, Jesús, como hombre, pensaba como ellos, es decir, para el el sexo era solo sexo, un momento de fruición y ya, un placer que recorría su falo y ya, flujos de sangre y ya, torrentes de semen y ya, sexo y ya. Jesús se preguntaba porqué el placer perturbaba a la gente, había gente que dejaba todo por un coño o un pene, se hincaba ante el coño o ante el pene, lo mimaba, jugaba con el, siendo un órgano como cualquier otro, ceñirse solo a eso era un acto de eretismo, creo que el placer no podía reducirse a una sola cualidad, no, había algo... hay algo más...ese algo ... es algo complejo de expresar. Jesús siempre lo hacía pero como un ser sobrenatural dotado de poderes borraba lo pecaminoso de la mente de las personas y siempre lograba permanecer como un ser probo, impoluto, ¡cuantas veces había hecho lo mismo y lo habí resuelto de la misma manera!, no hay duda, dios es omnipotente, lo puede todo.